Caballeros es un proyecto de una novela que no sé lo larga que me quedará.
Es una historia que contiene algo de épica, misterio, tensión sexual y fantasia.
Arlik
¡Por favor! pensó Arlik ¡Que no sea ese estandarte!
Pero era una súplica
destinada a ser desatendida. Los jinetes cabalgaban bajo la inconfundible rosa
de invierno blanca de ocho pétalos de la casa Balnos de Foso de Lágrimas y eran
dirigidos por un hombretón que claramente era su señor. El más grande guerrero
de todos los reinos, lord Edwyn Balnos, la Avalancha Negra, señor de Foso de
Lágrimas, gran conde del Norte, común de la corona y consejero de las milicias.
El padre de la mujer más hermosa de todos los reinos, la mujer con la que Arlik
se había negado a casarse. Y, a juzgar por la figura que cabalgaba tras el
líder, Alana acompañaba a su padre.
Lord Mark Dankleos, el
padre de Arlik, sonrió al comprobar la presencia de su camarada y amigo e hizo
un gesto a sus soldados para que agitaran su propio estandarte, el escualo
sereno de ojos aurora, a modo de saludo.
Esto no ha sido una
coincidencia comprendió Arlik.
-
Padre - dijo, consiguiendo la atención de
su progenitor - ¿Tú contabas con esto? –
-
Evidentemente. - replicó lord Mark
serenamente - La hija de Edwyn tiene la misma edad que tú, así que acordamos
llevaros a ambos juntos para ser investidos en la cofradía del acero por el
Lord Senescal. -
“La hija de Edwyn” Alana
Balnos, la prometida que su padre le había buscado.
-
Sígueme. - dijo lord Mark espoleando su
caballo.
Arlik obedeció
disciplinadamente y espoleó su propio caballo siguiendo a su padre, con todo su
séquito de espadas de agua tras ellos. Los norteños actuaron en consecuencia y
en pocos minutos la rosa de invierno y el escualo sereno ondeaban juntos por
las praderas de las tierras de la corona.
Lord Edwyn saludó a lord
Mark con un tremendo bramido de júbilo y ambos chocaron manos y se dieron un
espaldarazo en cuanto estuvieron el uno frente al otro. Dos enormes sonrisas
llenaban sus rostros.
Lord Mark era un hombre
fuerte e inteligente, muchos lo consideraban apuesto, tenía ciertas hechuras de
nadador, un pelo azul grisáceo denso y sedoso y unos ojos negros como el ébano.
Pero, por mucha presencia que tuviera, los más de cuatro codos de Edwyn Balnos
empequeñecían a cualquiera. Además de su estatura, lord Edwyn era robusto y
fuerte como un búfalo. Su cabeza estaba cubierta por una melena y una barba más
negras que la brea que no raleaban ni una hebra.
Justo detrás de él
estaba su hija, con una armadura negra y la rosa de invierno en el escudo. Una
claymore le colgaba al cinto, como la princesa guerrera norteña que era.
Aunque tenía que ser
cortés, Arlik no quería ni mirarla. Parecía que había sido tallada en cuarzo y
nieve, pero tenía una sonrisa contagiosa y unos ojos violetas que Arlik no se
atrevía a mirar, por qué era imposible no perderse en ellos.
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