domingo, 26 de abril de 2015

Centauros Estelares I

Parte 1: Primer Contacto

Del diario del doctor Dino Richiardo de la Universidad de Toronto sobre La Llegada.


“La Llegada” tuvo lugar en septiembre de 2020 cuando la ISS detectó la presencia de objetos que se movían a velocidad inferior a la de un cometa en la periferia de la órbita marciana. Las imágenes recogidas por la propia ISS y diferentes telescopios a lo largo de toda la Tierra fueron analizadas por expertos de la NASA, ESA y Agencia Espacial Rusa con lo que solamente puedo definir como estupor.

Los objetos tenían una forma alargada uniforme y reflejaban poca luz, sus trayectorias seguidas durante los dos meses siguientes eran prácticamente rectas, en lugar de la trayectoria elíptica de cometas y asteroides.

Los “expertos” de los diferentes gobiernos también analizaron los datos recogidos, pero la memoria de sus debates podría definirse como esperpéntica.

La respuesta que flotaba como un tabú en todas las reuniones fue súbitamente confirmada en 8 de Enero de 2021 cuando la ISS recibió una onda de radio procedente de aquellos objetos. La onda de radio contenía un mensaje en inglés que durante los días siguientes fue repitiéndose en ruso, chino mandarín, alemán, español y japonés. Ante el estupor de los científicos, el mensaje registrado fue el siguiente:

“Gentes de la Tierra. Venimos en son de paz. Podéis llamarnos ‘los exploradores’.”

A primeros de febrero de 2021 los telescopios de la ISS ya podían identificar que aquellos objetos eran construcciones tecnológicas definibles como “naves espaciales” de cerca de un kilómetro de longitud.

El doctor Mccoy de la NASA hipotetizó que aquellas naves se movían por propulsión a chorro y estaban construidas fundamentalmente de ópalo, caulón y grafeno. Al mismo tiempo, el equipo la doctora Zifu de la Universidad de Shangai sugirió que los exploradores habían traducido los idiomas humanos estudiando las naves y señales enviadas más allá del sistema solar.

Nadie fue capaz de realizar una suposición convincente sobre qué clase de criaturas eran los exploradores. Los expertos en astrobiología no encontraban indicio alguno en las señales ni en las naves sobre qué podía haber dentro. Los “expertos” de los gobiernos y  las corporaciones realizaron suposiciones realmente inquietantes.

Por supuesto, dentro de la NASA y la ESA se propuso enviar una respuesta al mensaje pero la imposibilidad de llegar a un acuerdo entre los diferentes gobiernos sobre el contenido y la reticencia de los militares, por no hablar de la presión de los grupos ultrarreligiosos, retrasaron el envío de la respuesta hasta que, el 6 de Marzo de 2021, las dos naves enviaron una repetición de su mensaje radiado que fue recibido por todas las agencias de información de la Tierra.

En aquellos momentos las naves ya eran visibles con telescopios convencionales y la noticia del primer contacto se propagó como la pólvora. Pese a un cierto escepticismo inicial, la llegada de las naves de los exploradores a una órbita inmediatamente inferior a la lunar forzó a las autoridades a reconocer públicamente que conocían su existencia.

Durante las siguientes semanas la tierra se tornó un torbellino de opiniones a cada una más exagerada: desde las opiniones de los New Age que creían que los alienígenas venían a enseñar a la humanidad a vivir en paz y justicia hasta las afirmaciones de los grupos religiosos que consideraban la idea de la vida extraterrestre como una ofensa a Dios.

Los científicos de la ISS enviaron un mensaje a las naves el 12 de marzo que fue respondido ese mismo día. El 28 de marzo se había acordado que una lanzadera de los exploradores aterrizaría en medio de la estepa rusa para reunirse con una delegación de las Naciones Unidas.

Yo era uno de los asesores técnicos seleccionados por la ESA para asistir a la reunión. El grupo de las Naciones Unidas era heterogéneo y desorganizado, sin aclararse sobre quien hablaría primero.

La “lanzadera” (a falta de una definición mejor) de los exploradores aterrizó en la zona cerca de las 12:00 a.m. hora local. La lanzadera era elíptica, tenía una longitud de 20 metros y presentaba una cubierta refulgente azul metálica. No había rastros de la supuesta propulsión a chorro, en cierto modo parecía levitar.

Las criaturas que abandonaron la lanzadera recordaban extrañamente a una clase de centauros de piel escamosa oscura y densa. Presentaban tres pares de extremidades, el primero parecía a medio paso entre prensil y locomotor. Lo más llamativo eran sus grandes cabezas con enormes con rostros sin facciones.

No estaban desnudos, sino que presentaban una especie de armaduras metálicas que supuse que podrían proporcionarles el necesario soporte vital, suposición que se probó acertada.

Se comunicaron con nosotros utilizando mecanismos de sus armaduras que brillaban cada vez enviaban palabras.

“Somos los exploradores de nuestra especie. No hemos sido capaces de traducir el nombre de nuestra especie a ninguno de vuestros idiomas. Venimos en son de paz, buscando conocimiento y sabiduría sobre vuestro mundo. Tenemos mucho que ofreceros.”

Con este discurso de tono mecánico comenzó una breve negociación donde los representantes de las Naciones Unidas se mostraron muy favorables a la interacción con los alienígenas, con ciertas condiciones.

Creo que fue durante aquella tarde, durante una conversación en la que participamos yo mismo, una corresponsal de la BBC y un artista gráfico independiente cuando se acuñó el mote que más tarde acabaría por referir a los visitantes: centauros estelares.

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