lunes, 18 de mayo de 2015

Centauros Estelares IV: La Caída

De las anotaciones de la doctora Awashima Kukuri sobre sus recuerdos durante 2029.


Imbéciles.

Eso es lo que somos. Una maldita raza de imbéciles.

¿De verdad nos creímos que los centauros estelares nos iban a equipar con un armamento capaz de hacerles daño?

Y lo peor ¿Que una raza capaz de volar entre las estrellas iba a llegar a nuestro planeta sin haber realizado un estudio previo de la humanidad?

Nos habían estudiado, eso explicaba la perfección de los discursos de Quirón y su capacidad de ganarse a la gente. También explica la “torpeza” de los tratos de Quirón con los poderes financieros. Predijeron todas nuestras reacciones, desde el primer encuentro a que los atacaríamos.

La ofensiva de O’gare duró menos de una hora. Sus naves fueron destruidas o inutilizadas por naves de guerra muy superiores que nos estaban esperando. Fue una masacre con todas las de la ley.

No tengo claro como sobreviví, pero desperté en un laboratorio de los centauros rodeada por varios de ellos. Uno era Adom, que dijo que se quedaba conmigo “porqué siempre era bueno reunir sangre nueva”.

La enésima mentira: Adom y no Quirón era el comandante de la misión. No sé cómo es su gobierno, pero el liderazgo de Adom entre sus iguales ha probado ser sólido.

Y ahora se ha cerrado el círculo: Adom ha vuelto a la tierra con una armada de más de 100 naves de guerra y cientos de miles de centauros estelares armados hasta los dientes. Las nuevas naves espaciales construidas por las naciones unidas no resistieron mi media hora antes de ser reducidas a la nada.

Luego llegó el turno de la costa oeste de Estados Unidos, Beijing, Tokio, Mokva, Delhi, Calcuta, México DF… millones de seres humanos carbonizados antes de que los centauros volvieran a poner sus pies en nuestro planeta.

Adom planeó y orquestó dos ofensivas en Asia para comenzar la invasión: Israel y Corea del Norte. Antes de una semana sus ejércitos habían sido derrotados y sus poblaciones masacradas. Jerusalén ya no existe y poco ha tardado La Meca en seguirla.

Con Rusia, América, China y la India descabezadas, sus ejércitos no son capaces de plantear contraofensivas eficientes. Europa lucha pero pierde terreno a cada paso, lo mismo pasa en Sudamérica. En el mundo islámico las cosas son todavía peores: los centauros volaron Barhein por los aires y luego mandaron una legión de tierra con unos escudos ante los cuales ningún arma explosiva es efectiva. De nuevo nos han superado: ha vuelto las tácticas suicidas de los fundamentalistas islámicos contra ellos.

Desde lo alto de una atalaya construida sobre las ruinas de Río de Haneiro, Adom supervisa una invasión vergonzosamente fácil, reuniendo a las mejores mentes científicas que sobreviven a los envites de sus guerreros.

Él dice que tiene una misión para nosotros. Algunos piensan que piensa utilizar nuestros conocimientos para reconstruir una Tierra que le sea útil a su gente. Pero la discusión que más se repite en nuestro cenáculo versa sobre porqué todo el paripé de pretender ayudarnos y tentarnos a invadirles, la opinión más extendida es que necesitaban una excusa para esta guerra, quizá ante sectores de su sociedad menos hostiles o incluso ante otra especie alienígena.

Me temo que es la mejor explicación que tenemos.


Ahora vemos el auténtico rostro de Adom y su gente. Son criaturas extrañas, despiadadas e inteligentes pero que en distancias cortas se muestran a la par despectivas y caballerosas.

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